Pasa a menudo que hasta que no sufrimos una enfermedad o nos duele algo, no nos preocupamos por investigar sobre un tema en concreto de una manera exhaustiva.
En consulta con frecuencia algunos pacientes me han comentado que no es raro ciertos días sufrir un ligero malestar, específicamente dolores musculares aún sin haber forzado un movimiento o entrenado y que no atribuían a nada en concreto.
Obviamente si pasa puntualmente lo dejas pasar, pero ¿Qué pasa si se mantiene este dolor por semanas o meses?, pues que vas de médico en médico buscando solución, y cuando no la encuentras pues lo googleas, y muchas veces eso no es suficiente ni siquiera para encontrar la información que buscas.
Casualmente uno de mis pacientes fue diagnosticado de fibromialgia recientemente, así que me he decidido a hablar un poquito de lo que es, qué síntomas produce en quien lo sufre y de las nuevas intervenciones nutricionales que se están estudiando y que podrían ayudar a aliviar a estos pacientes, como es el veganismo, que actualmente está pillando mucha fuerza en la literatura científica con resultados bastante esperanzadores.
Quizás lo distribuya en más de una entrada, ya que es muy amplio y tengo muchísima información. Ojo que viene un post algo denso. Vamos allá.
Primero hago un resumen rápido, así que ¿Qué es la fibromialgia?
La fibromialgia puede ser considerada en la actualidad como una de las patologías de peor diagnóstico a ojos clínicos y que cursa con sintomatología variada, destacando el daño musculoesquelético y la disfunción articular. Cómo target específico encontramos a mujeres en edad adulta principalmente, donde el entorno hormonal típico de la menopausia puede propiciar su desarrollo inicial. No obstante, con una frecuencia menor, existe cierta prevalencia en hombres también, siempre en edad adulta.
Pese a que existen otras patologías con características similares y cuya sintomatología se asemeja, con frecuencia están mejor caracterizadas (como es el caso de la artritis reumatoide), mientras que la fibromialgia está pobremente definida y muchas veces pasa desapercibida, sin ser tratada de manera temprana. Sus criterios diagnósticos se encuentran muy lejos de ser definidos o estar claros por que no existen pruebas específicas para su correcta evaluación. Es decir, no hay una protocolización fuerte para su diagnóstico, y muchas veces es el propio médico el que lo diagnostica a “ojo” o por descarte.
Podríamos decir que pasa desapercibida, y se tratan estos dolores con tratamiento farmacológico (AINES con patologías crónicas principalmente), que suponen tiritas temporales, nada abusables a largo plazo.
Volviendo al tema, la fibromialgia en sí, se define como un desorden musculoesquelético caracterizado por dolor crónico generalizado en múltiples puntos sensibles (11 de los 18 existentes durante un mínimo de 3 meses) y rigidez articular muchas veces acompañado por sintomatología de intensidad, frecuencia y duración variable(1,2). Podéis ver estos puntos en la imagen de más abajo.
Sin ser suficiente, muchos pacientes sufren con frecuencia otra serie de síntomas asociados; hablamos de dolor en la espalda baja, lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide, síndrome de fatiga crónica, osteoartritis, problemas cognitivos, fatiga e incluso trastorno del sueño(1,3) acompañados con frecuencia por dolores de cabeza, síndrome del intestino irritable, e incluso depresión y ansiedad entre muchos otros(2,4). Parece algo serio, ¿verdad?
Pero ¿Cuál es la causa de la aparición de fibromialgia?
Recientemente existen nuevas hipótesis sobre su posible mecanismo fisiopatológico, lo que ha condicionado el desarrollo de numerosas y nuevas intervenciones y alternativas al tratamiento farmacológico con AINES tradicional.
Así, encontramos una hipótesis con cierta relevancia sobre la causa de la fibromialgia. Esta hipótesis se fundamenta en los procesos de estrés oxidativo (muchos pacientes suelen situarse en lo que se conoce como estados pro-oxidativos)(5), con una baja capacidad antioxidante(6), o incluso presentar unos niveles bajos de ciertos nutrientes antioxidantes como pueden ser el magnesio y selenio(7). Más concretamente, numerosos estudios evalúan el efecto del óxido nítrico(NO), cuyo papel en los procesos de oxidación celular es fundamental y parecen constituir la piedra angular que cataliza el inicio de las reacciones oxidativas que puede ser la causa potencial del desarrollo de la fibromialgia y también del síndrome de la fatiga crónica, comorbilidad frecuentemente asociada(8,9).
Entonces…¿Existe tratamiento validado?
Como he comentado, el tratamiento actual inicial es farmacológico, pero los nuevos tratamientos van más por una vertiente dietética, ya que los antiinflamatorios usados proporcionan alivios breves del dolor musculoesquelético, pero no es un sistema abusable, ni mucho menos.
Así, en este punto entran en juego las intervenciones multicompartimentales, específicamente las nutricionales; hablo de “dietas” específicas que podrían mejorar la sintomatología a medio y largo plazo, mejorando la sintomatología de la fibromialgia. Una propuesta firme que está tomando relevancia es el vegetarianismo estricto o veganismo(10,11), por lo que parece ser derivado de un posible incremento “per se” en la ingesta de antioxidantes naturales.
¿Esto que quiere decir?
Como he comentado, existe numerosa literatura que analiza la relación entre la evolución de pautas veganas y el desarrollo de la fibromialgia tras el establecimiento de estas planificaciones nutricionales. Así, las pautas veganas más frecuentemente usadas en estos ensayos se engloban bajo el término “living food”, la cual se define como una dieta centrada principalmente en alimentos de origen vegetal, crudos y no cocinados, con concentraciones muy elevadas de antioxidantes y fibra dietética, principalmente insoluble.
A ver si puedo resumir rápidamente ciertos aspectos fisiológicos que se producen tras el establecimiento de una dieta vegana:
En primer lugar, llevar a cabo una dieta rica en antioxidantes, propia de la alimentación vegana (y más específicamente la corriente “living food”), se asocia con un incremento a corto-medio plazo de las concentraciones plasmáticas de beta y alfa-carotenos, vitamina C, vitamina E y como polifenoles (quercetina, miricetina y kaempferol)(12). Y de hecho es este incremento de las concentraciones séricas de antioxidantes lo que parece ser la consecuencia de la mejora de la sintomatología de la fibromialgia tanto a corto como a medio y largo plazo en los sujetos de varios estudios. También, la ingesta incrementada de productos de origen vegetal se traduce en un aumento de la ingesta de fibra dietética, la cual condiciona una mayor movilidad intestinal así como una reducción de compuestos nocivos del intestino, alterando la flora intestinal, elemento muy relevante en la sintomatología.
Estos cambios en la microflora intestinal parecen tener una mayor relevancia en la mejora de los síntomas, sobre todo en pacientes con artritis reumatoide y fibromialgia(16) donde la concentración de Lactobacillus se incrementaron en un orden de magnitud en las heces de los consumidores de la dieta “living food” en comparación con sus controles.
La mejora de la sintomatología se traduce principalmente en la disminución de la percepción subjetiva del dolor en al menos 11 de los 18 puntos “sensibles”(13,14,15). Digo subjetiva por que la valoración del dolor en este caso se evaluaba mediante escalas algo difíciles de cuantificar, principalmente escalas visuales del dolor, rigidez articular, y factor de impacto de fibromialgia (FIQ) aunque también se incluyen análisis de parámetros biológicos específicos, como son el sanguíneo y de ciertos electrolitos en orina.
La mayoría de los pacientes y/o participantes de los numerosos estudios responden positivamente y en un grado variable a la implantación de una dieta vegana, si bien es cierto que el éxito de la intervención requiere incorporar más de un tratamiento, como puede ser la combinación de una dieta vegana con ejercicio (entrenamiento de “core” sobretodo), educación al paciente sobre la patología o fisioterapia entre otros. Sin embargo, estos niveles de mejora mencionados son, en muchas ocasiones, difícilmente cuantificables de manera objetiva y están acompañados de diseños y metodologías de estudio que necesitan un mejor planteamiento, por lo que sus resultados ciertamente prometedores deben interpretarse con cautela.
Conclusión
Es cierto que el tema está algo en el aire; la evidencia actual no es abrumadora pero si prometedora en relación al tratamiento de la fibromialgia empleando dietas veganas y entrenamiento de “core” específicos. Quedan en el tintero el efecto sobre la fibromialgia de otros muchos aspectos asociados con la instauración de pautas veganas; principalmente derivados de la pérdida de peso por disminución de las calorías netas semanales y el estado de la microbiota propia resultado del incremento del consumo de fibra insoluble y de alimentos crudos o poco cocinados.
En una patología como la fibromialgia, donde el paciente está sufriendo desde antes del diagnóstico puede compensar acudir a un nutricionista especializado y gestionar un plan dietético o bien vegano o bien rico en antioxidantes, ya que muchos de los resultados analizados en las intervenciones muestran que muchos de sus sujetos con fibromialgia pueden ser ayudados incluso sin entender la causa completa de sus síntomas, lo que supone un motivo más que suficiente para, al menos, intentarlo y ver como progresa el dolor.
¡Si necesitáis más información, o alguna referencia, esta entrada forma parte de un trabajo más completo que os puedo mandar sin problemas!
Bibliografía
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